Una Luz en la Noche

¡Gracias Señor! #NowJesus

Un año después de que un grupo de jóvenes de la diócesis realizara el curso base de Centinelas de la Mañana con D. Andrea Brugnolli y Chiara, y tras un tiempo de formación, ¡al fin! pudimos empezar en nuestra diócesis “Una Luz en la Noche”. Ésta, consiste en una tarde-noche de formación y evangelización en la que salimos a las calles para dar testimonio de nuestra fe y anunciar que Cristo está vivo hoy. Mientras algunos centinelas permanecen en una iglesia de referencia rezando, otros salen a invitar al encuentro con Jesús esa noche. Una Luz en la Noche es preparada por un equipo permanente de centinelas, capitaneados por su Antorcha, en este caso, Javi, junto con las personas de entre 18 y 35 años que en cada ocasión quieran unirse a los Centinelas.

Comenzamos la tarde acogiendo a aquellos centinelas que quisieron unirse y tomando un pequeño coffee break ambientado según los colores de los centinelas (rosa y negro). Después de saludarnos y conocernos, pasamos a la sala en la que, tras una breve oración invocando al Espíritu Santo, comenzamos la formación que siempre los centinelas reciben antes de salir a evangelizar. Esta vez la impartió D. Antonio Jesús López, quien habló de la evangelización y de la llamada que el Señor nos hace a seguirle, por medio de la explicación del cuadro de Caravaggio La vocación de Mateo. Y por sorpresa, ¡vino a visitarnos nuestro obispo, D. Rafael! Con su presencia quiso bendecir este inicio y apoyarnos en este momento de evangelización.

Como siempre hay tiempo para todo, en un descansito nos hicimos muuuuuchas fotos con la decoración que Lidia, centinela caballa, nos había preparado. Después de esto volvimos a la sala para escuchar la explicación de los 4 ministerios, en los que nos tocaría estar a los centinelas, según nos repartiera el antorcha. Calle, acogida, intercesión y música. ¡Todos para servir!

Después de cenar unas buenas pizzas y por último, antes de salir a la calle,  los centinelas nos ponemos delante del Señor, para que nos bendiga en la tarea que Él mismo nos ha llamado a llevar a cabo. Nos envía a evangelizar, de dos en dos, como ya hiciera en tiempos de los apóstoles. Así, pareja por pareja, ministerio por ministerio, el sacerdote tomó la custodia en la que se encontraba el Señor expuesto y nos bendijo.

¡Ya estábamos preparados! Preparamos y decoramos la Iglesia de San Francisco: pancarta y antorchas en la calle; en la entrada de la Iglesia, mesas con velas, papeles y bolis, para escribir una oración al Señor; las luces apagadas y sólo un pasillo de velas que llevaban al Santísimo, el único importante, iluminado con un foco de luz; a los pies del altar, en donde se arrodillarían los que entraran en la iglesia, papelitos con versículos de la Palabra de Dios que son como flechas al corazón; música suave, guitarra y piano, que ayude al encuentro con Cristo vivo; sacerdotes y obispo preparados para confesar… Y comenzamos. Los intercesores oraban y oraban por la pareja de evangelizadores que les había sido asignada, por sus frutos. La música acompañaba la oración. Y los evangelizadores de la calle comenzaron a traer a jóvenes y jóvenes que eran acogidos en la entrada de la Iglesia y llevados hasta los pies de Jesús. ¡Entraron muchos! De uno en uno se ponían ante la mirada del Señor, ¡muchos se confesaron! Un goteo largo de jóvenes, que esa noche dejó las copas y el ambiente de la noche para encontrarse con una mirada diferente, con una experiencia distinta, quizás, el principio de un cambio fuerte en su vida.

De aquellos que entraron, quizás no volvamos a saber. Otros nos dejaron sus datos para seguir en contacto. Quizás otros empiecen a buscar al Señor en su propia vida. Por todos ellos rezamos. No sólo por los que entraron, sino por aquellos que no quisieron entrar. ¡Por todo ellos rezamos y pedimos que el Señor los acoja en su Corazón!

Tenemos intención de repetir la experiencia… ¡dentro de poco!